martes, 16 de agosto de 2011

EL MANTUANAJE CARAQUEÑO Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL

EL MANTUANAJE CARAQUEÑO Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL

DR. FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es


Desde finales del siglo XVI se comprueba la presencia de dueños de tierras en el Valle de San Antonio de La Platilla, se trata de los primeros y principales terratenientes de estos lares liderizados por el capitán don Juan de Grezala y Oñate, quien era Juez privativo de los Llanos de San Sebastián de los Reyes. Las familias o clanes económicos como los Bolívar, Ponte, Tovar y Mijares de Solórzano, entre otros, representan el mejor ejemplo de los que se posesionaron y se convirtieron en los Dueños del Suelo Tiznaeño.

           El topónimo Tiznados según expone en su obra el cronista fray Pedro de Aguado (1535-1589), fue un nombre puesto por los españoles: “...a causa de que la gente de aquella provincia todos traían los rostros pintados de ciertas sajaduras que en ellos se hacían, haciéndose y sacándose alguna sangre, sobre la cual ponían tizne o carbón molido y zumo de yerba mora, y quedaban las pinturas señaladas siempre. De esta manera de galanía usan algunas naciones de moros de la costa de Berbería”.
Hidrográficamente El Tiznados es un importante río que descarga sus aguas en el río La Portuguesa, y al igual que el río Chirgua, el Mapire y otros cursos de agua grandes, medianos y pequeños, inunda todas las tierras del Valle de los Tiznados donde florecieron importantes hatos y explotaciones de ganado mayor durante el período colonial de Venezuela.
Es el proceso expansivo desde Caracas hacia San Sebastián de los Reyes, y de ahí hacia todos los confines del llano, lo que determinó, que a través de los Ayuntamientos de las mencionadas ciudades o por simple derecho de conquista, los primeros conquistadores fueron haciéndose dueños de las tierras llaneras.
En ese sentido, se tienen noticias que señalan que hacia el año 1681 las tierras de Los Tiznados eran propiedad de don Juan de Mijares y Solórzano y Monasterios, primer Marqués de Mijares, dueño del hato Las Lajas, al sureste de San José de Tiznados y actual límite con el municipio Miranda. Para el año 1711, las tierras permanecían en manos de sus diez hijos, a saber: don Francisco Mijares de Solórzano, segundo Marqués de Mijares, Margarita, Juana, Juan, Pedro, Josefa, Teresa, sacerdote José Ignacio, María Teresa, que fue casada con el maestre de campo Lorenzo Antonio de Ponte y Martínez de Villegas, y Francisco Nicolás. Fue el primer Marqués de Mijares el fundador del hato Las Lajas.
También a finales del siglo XVII, don Pedro de Ponce y Rodríguez de Ibargoyen fundó en la zona de Tiznados, al sur del pueblo de San José, el hato El Limón. Ponce y Rodríguez de Ibargoyen fue casado con doña Margarita de Aguirre y Guevara, después de su muerte, el hato fue heredado por su hija doña Melchora de Ponte, quien fue casada con el capitán don Nicolás de Liendo y Ochoa. Una vez viuda, doña Melchora fundó en su propia casa de habitación en Caracas, el convento de las monjas concepciones, orden en la que profesó, dando nombre a una de las esquinas de la actual Asamblea Nacional, conocida en la actualidad como esquina de Las Monjas, este convento fue clausurado por el general Antonio Guzmán Blanco durante su primer gobierno, conocido como el Septenio. El Limón fue vendido luego a doña Isabel María de Tovar y a su hijo el capitán Ruy Fernández de Fuenmayor y Tovar.
En investigación realizada por Lucas Guillermo Castillo Lara (1984) y por Oldman Botello (1998), se señala que los límites del hato El Limón eran: hacia el este El Rincón de San Pablo (hoy San Pablo, al sur de Ortiz) hasta juntarse con el río Guárico; hacia el oeste el río Tiznados; norte, desde el desembocadero de Antón Pérez (sitio y caño de Antón Pérez, al sur de Dos Caminos), terrenos de los herederos de don Lorenzo Sedeño de Albornoz y otros vecinos, al sur “todo lo que había entre los ríos Guárico y Tiznados, vaqueaderos de los herederos del Marqués de Mijares, tío de Fernández de Fuenmayor”. En la solicitud de composición de tierras se habla de la rinconada entre los ríos Guárico, Paya y Tiznados, la cual “… tenían como suya exclusivamente, porque no habían otras vecindades…” En el año 1713 el juez de tierras don Francisco Alonso Gil les entregó sin ningún obstáculo el sitio de El Limón con una legua a los cuatro vientos “… para que en ella otro ninguno se pueda poblar sin su consentimiento, reservando los pastos y aguas que son comunes a todos…”. Agregándoseles a las tierras entregadas un corral que tenían cerca de la quebrada de Las Váquiras “en el cerrito nombrado de Las Yeguas y el otro en un sitio llamado la laguna de Vera” conocida hoy como la laguna de Los Galápagos, al suroeste de San José de Tiznados. Por la composición, los herederos del Marqués de Mijares y Solórzano apenas pagaron sesenta y dos pesos en el año 1729, es decir muy tardíamente.
Desde punto de vista histórico, Tiznados fue un antiguo sitio y hato que perteneció a don Agustín Cevallos, en el siglo XVII. Para 1722, en este lugar existía una capilla pública que funcionaba como la “matriz y la principal”, junto a siete capillas aledañas. La unidad geográfica inmediatamente precedente al lugar fue el hato, cuyo nombre y perímetro sirvió para configurar y denominar el Valle de Los Tiznados.
Para 1763 otro de los considerados entre los más antiguos propietarios de tierras en Tiznados, es el alférez don Luis José de Bolívar y Martínez de Villegas, uno de los integrantes de las principales familias caraqueñas, hermano del abuelo del Libertador, don Juan de Bolívar y Martínez de Villegas, fundador de Villa de Cura. Don Luis José fue casado con doña Isabel Antonia de Uribe y Gaviola, y es el portador del apellido Bolívar más antiguo de que se tengan noticias en el Guárico Central. Era propietario de tierras con unas 200 reses vacunas “en los llanos de Tiznados”, además de tierras y cacaotales en Ocumare de la Costa, Cata, caña de azúcar en Mamera, entre otras propiedades.
Sobre lo expuesto, valga señalar, lo que al respecto expone Federico Brito Figueroa (1979):
”… constituían auténticos latifundios ganaderos; la frase no es simplemente literaria, corresponde a la realidad de la propiedad territorial en las comarcas llaneras, caracterizado por el monopolio de la tierra, mano de obra regida fundamentalmente por relaciones de servidumbre, a veces de esclavitud, y el desarrollo de actividades ganaderas que en lo general no pasaban de la fase pastoril-recolectora…”. Agregando Luego: “Sobresalía en el cuadro general de las relaciones de producción la figura del mayordomo, en la mayoría de los casos negros libres o esclavos. En el hato ganadero, el mayordomo representaba el punto de equilibrio necesario que permitía la sujeción de la población móvil, que integraba la peonada”.
El mayordomo o capataz, que a pesar de ser en la mayoría de los casos un negro esclavo, gozaba de prerrogativas y tenía, inclusive, poder de decisión, ya que suplía la ausencia del amo, seleccionaba el personal o peonada necesarios para las faenas, además que era el mayordomo el que conocía realmente la situación del hato, con todos los beneficios que ello representaba, ante la posibilidad de escoger los mejores trabajadores o peones; el que hacía crecer el rebaño de su amo, que a su vez era amo del suelo, por la sumatoria de orejanos que “ingresaba” cada año, como consecuencia de la aplicación de la ley de llano.
En los llanos del Guárico, al igual que en Apure, Barinas, Cojedes y Portuguesa, las tierras fueron concentrándose en manos de un minoritario número de propietarios, la mayoría familias caraqueñas o sansebastianeras, unidas por intrincados lazos genealógicos de consanguinidad o afinidad. Sirva a modo de ilustración, según relación presentada por el historiador J. A. De Armas Chitty (1981), los apellidos siguientes, vinculados de manera directa o indirecta con la propiedad territorial en el Valle de Los Tiznados, son ellos, los: Blanco Villegas, Alejandro Pío Blanco, Ortuño de Tovar, Manuel Felipe y el Conde de Tovar, Mateo Blanco Ponte, Marco José Ribas, Florencio de la Plaza, Juan Vicente Bolívar y Ponte, Juan Antonio Solórzano; además, los Palacios, Ponte Uribe, Arrechedera, Mijares, Rodríguez del Toro, Báez, Nieves, Gamarra, Ledezma, Tovar, entre otros.
En otro trabajo, J. A. De Armas Chitty (1959) expone: Los Blanco son “los representantes más conspicuos de la oligarquía central que poseían hatos en el Guárico: el Conde de San Javier, Catalina del Toro, Agustín y Juan Manuel de Herrera, los Blanco Villegas, Alejandro Pío Blanco, Ortuño de Tovar, Manuel Felipe y el Conde de Tovar, Diego Monasterios, Mateo Blanco Ponte, Marco José Ribas, Florencio de la Plaza, Juan Vicente Bolívar, y Juan Antonio Solórzano”. Llamados tradicionalmente hasta la actualidad, “Los amos del valle” de Caracas, tal como quedó registrado en la obra de ese nombre, escrita por el eximio escritor venezolano Francisco Herrera Luque.
Lo expuesto sirve de fundamento para afirmar, que con la apropiación de la propiedad territorial y la riqueza agrícola que ella generaba, la descendencia de esa casta oligárquica se constituyó progresivamente en una aristocracia criolla, génesis y núcleo de lo que luego vino a denominarse “mantuanaje” caraqueño, por el uso de las mantas que acostumbraban las señoras de este linaje al acudir a las misas y otras ceremonias religiosas.
Dentro de las costumbres de una ciudad pequeña y provincial, enclavada en un cerrado valle, la asistencia a los actos religiosos y las costumbres que conllevaba, eran de enorme importancia en una sociedad cada vez más dividida por el sistema de castas sociales, que se fue intensificando en Venezuela hacia el final de la era colonial.
Desde mediados del siglo XVII comenzaron los caraqueños a interesarse por las manifestaciones más importantes de la Nobleza española, como era la posesión de títulos de Castilla o ser admitidos a las principales órdenes de Caballería de la Corona Española, destacando los descendientes de la estirpe mantuana. Virtualmente toda la nobleza colonial venezolana, entre ellos los Marqueses de Mijares, Condes de San Javier, Marqueses del Valle de Santiago, Condes de la Granja, y los posteriores Marqueses del Toro.
Descendientes de esta estirpe enlazaron con Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, como en el caso de los Gobernadores Ruy Fernández de Fuenmayor, cuyo nieto, hijo de Baltazar Fernández de Fuenmayor y Berrio, llamado también Ruy Fernández de Fuenmayor y Tovar, fue casado con la sobrina del obispo fray Mauro de Tovar, doña Isabel María de Tovar y Mijares de Solórzano. Así como don Francisco de Berroterán y Gainza, Marques del Valle de Santiago, quien se casó en Caracas el 23 de diciembre de 1700 con Luisa Catalina de Tovar y Mijares de Solórzano.
Otros destacaron en la administración eclesiástica colonial, como en el caso de Fray Juan de Arechederra y Tovar, Obispo Gobernador de las Islas Filipinas; y el Padre José Ignacio Mijares de Solórzano y Tovar, Obispo electo de la ciudad de Santa Marta, en la Nueva Granada.
Uno de ellos, don Jerónimo de Ustáriz y Tovar, II Marques de Ustáriz, caraqueño llegó a alcanzar las más altas posiciones en la Monarquía, ocupando el cargo de Ministro del Consejo Supremo de Guerra de España, y de Asistente en Sevilla, donde falleció presidiendo el Cabildo de esa ciudad.
Asimismo, destacan el historiador don José de Oviedo y Baños, quien casó en Caracas, el 19 de marzo de 1698 con Francisca Manuela de Tovar y Mijares de Solórzano; al igual que uno de los primeros escritores militares de nuestra historia, como lo fue don Nicolás de Castro Álvarez Maldonado, quien contrajo matrimonio en Caracas con Rosalía Pacheco y Mijares de Solórzano y Tovar, hija del Conde de San Javier, El 23 de octubre de 1755.
Cotejando estos apellidos y otros, de manera objetiva con los padrones de hatos correspondientes a los llanos y particularmente a los llanos del Guárico a finales del siglo XVIII, encontramos que de ellos se desprende una valiosa información sobre sus propietarios, la toponimia, el nacimiento de pueblos y asentamientos humanos, los mayordomos y su condición jurídica, entre otras.
En razón de lo expuesto, parafraseando al historiador francés Marc Bloch, compartimos la tesis que expresa, que los nombres de los pueblos sirven para recorrer la línea de los tiempos en sentido inverso. Los topónimos, expresan nombres propios de lugar y reflejan la flora, la fauna, la topografía e hidrografía de la antigüedad; trazando contornos borrosos de viejos hatos, pueblos y caseríos; proyectando patrones de colonización y de explotación de la tierra; reafirmando diluidas herencias y persistencias indígenas; y exhuman remotos colonizadores para develarnos su hablar, sus costumbres, sus imperativos, sus devociones, y por qué no, sus mentalidades.
Pero ¿Cuál era la situación de la propiedad territorial en el Valle de los Tiznados a finales del siglo XVIII? Apoyándonos en información documental sobre de Padrones de Hatos – Propietarios y Mayordomos en jurisdicción de San José y San Francisco de Tiznados en los años 1791 y 1793, encontramos que en 24 sitios de hatos registrados para 1793 en el llamado Valle de Tiznados, 12 negros esclavos administraban en calidad de mayordomos y suplían la ausencia del amo del hato, 4 sitios de hatos eran administrados por sus mismos dueños, 4 por morenos libres; 3 blancos familiares por consaguinidad o por afinidad del dueño del hato con el calificativo de “don” eran encargados de 3 sitios de hatos para cría de ganado mayor, y de uno no se indica la condición jurídica.
El diagnostico documental y analítico de la información expuesta en un inventario de hatos del año 1793, se puede apreciar que muchos de los nombres de los propietarios que aparecen reflejados, han dejado su impronta a través del tiempo, recordándoseles en los topónimos, el surgimiento de sitios, caseríos y pueblos; la vastedad de sus propiedades, y por su vinculación con el llamado mantuanaje caraqueño y sansebastianero. Entre ellos merecen señalarse los casos siguientes:
Hato El Totumo, de don Juan Vicente Bolívar y Ponte, prominente patricio caraqueño, padre del Libertador, Simón Bolívar, quien para 1793 ya había muerto. El hato El Totumo pertenecía a sus herederos. En su obra Los Tiznados (1998), expone Oldman Botello lo siguiente: “El Totumo era uno de los hatos más importantes de la zona en su tiempo y posteriormente; vinculado por mil títulos a la historia venezolana. Su extensión en 1794 cuando ya pertenecía a los descendientes del coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, era de 35 leguas, equivalentes a 3.040.000 varas cuadradas de tierra, extendiéndose por el naciente río Tiznados; por el sur la punta de La Mesa (hoy jurisdicción de El Rastro) y al norte y poniente con tierras propias también de los Bolívar, es decir, El Limón y Laguna de Piedra, entre otros. Tenía 1752 caballos, 1222 reses, 36 mulas, un burro hechor y 12 esclavos”. Para 1788 tenía 48 esclavos y 3000 reses en 1791. En 1793 el mayordomo de El Totumo era un esclavo negro, de nombre Félix.
Hato Las Lajas, de don Juan Blanco y Plaza, perteneciente al mantuanaje caraqueño, emparentado con El Libertador por su madre doña María Concepción Palacios y Blanco. Para el año 1676 Las Lajas eran propiedad del Provincial Juan de Solórzano y Rojas, quien lo fundó como sitio de hato en 1680. Para 1710 era propiedad del Primer Marqués de Mijares, don Juan Pacheco y Mijares, según composición requerida en 1711 por don Lorenzo Antonio de Ponte y Villegas, esposo de Josefa Mijares de Solórzano, hija del fundador don Juan de Solórzano y Rojas. En el año 1780 tenía 11 esclavos, en 1791 tenía 500 reses. En 1793 el mayordomo era un esclavo negro de nombre Joseph. Para el año 1815 este hato era propiedad de don Rafael Blanco.
Hato La Soledad, propiedad de don Luis Fernando Nieves, seguramente emparentado con la madre del prócer Juan Germán Roscio Nieves, doña Paula María Nieves Martínez de Roscio. Para 1780 el hato era de don Agustín Espinoza, lo que habla de un caso típico de transferencia de la propiedad territorial. En el año 1791 este hato tenía 1000 reses. Para 1793 su mayordomo era don Francisco Antonio Delgado, tildado blanco, posiblemente emparentado con el propietario del hato.
Hato Santa Bárbara, propiedad de don Agustín Espinoza, con 500 reses en 1791, y cuyo mayordomo en 1793 era un moreno libre de nombre Diego Alfaro. Don Agustín Espinoza había sido antes dueño del hato La Soledad.
El hato El Carito, propiedad de don Juan Tavares, estaba administrado por Félix Pantoja, moreno libre que hacía de mayordomo. En 1791 tenía 400 reses. Hoy día El Carito es un caserío localizado en jurisdicción de San Francisco de Tiznados.
Hato Chirgua, de don Luis de Ribas. Hato que antes fue de don Pedro de Tovar, emparentado con don Martín de Tovar y Blanco, mejor conocido como el Conde de Tovar y Vizconde de Altagracia, y con el Conde San Javier, don Juan Jacinto Pacheco y Mijares, y con don Juan Pacheco y Mijares, Primer Marqués de Mijares y propietario del hato Las Lajas, según composición solicitada en 1711. Por ende, también emparentado por vía materna al igual que los Ribas, con El Libertador.
Para 1780 el hato era de don Lorenzo de Ribas y finalmente desde 1791 de don Luis de Ribas. Este también es un caso típico de transferencia de la propiedad territorial entre familias mantuanas caraqueñas, emparentadas por reconocidos lazos de consanguinidad. Para 1793, el mayordomo del hato Chirgua era un negro esclavo de nombre Santo.
Hato El Jagüey propiedad de don Juan Antonio de Solórzano, emparentado con el Marquesado de Mijares y Solórzano a través del Marqués don Francisco Mijares de Solórzano, constituye otro caso de vinculación a través de lazos de consanguinidad con una familia mantuana caraqueña con títulos nobiliarios. Para 1793 el mayordomo del hato El Jagüey era un negro esclavo de nombre Juan Bautista.
Hato La Montuosa, propiedad de don Bartolomé Sanojo, para 1780 era propiedad de don José Sanoja. Su mayordomo era un negro esclavo de nombre Juan Tomás. Según una matrícula de 1758, para ese año La Montuosa era un hato de don Sebastián de Arrechedera, emparentado con los Solórzano y Mijares, puesto que don Juan de Arrechedera, que fue casado con doña Luisa Catalina de Tovar y Mijares de Solórzano, era dueño del hato San Diego de Chiguigui, al sur de Las Lajas y del sitio donde se fundaría la Villa de todos los Santos de Calabozo en el año de 1724.
Don Bartolomé Sanojo del mantuanaje calaboceño, cuyo nombre completo era don Bartolomé Francisco Hernández - Sanojo Rodríguez Camejo, quien fue casado con su prima doña Ángela Manuela Rodríguez Camejo, que a su vez era nieta del capitán de campo, don Adrián Francisco Delgado, de los primeros pobladores del sitio donde se fundó la Villa de todos los Santos de Calabozo.
Con don Bartolomé Sanojo estaba emparentado familiarmente, el reconocido jurista calaboceño, licenciado Luis Sanojo; así como la excelsa novelista venezolana Ana Teresa Parra Sanojo, conocida como Teresa de la Parra, considerada, junto a Rómulo Gallegos, la novelista más importante de la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Autora de las novelas Ifigenia y Las Memorias de Mamá Blanca. Su padre, Rafael Parra Hernáiz, fue cónsul de Venezuela en Berlín; y su madre, Isabel Sanojo Ezpelosín de Parra, descendía de una rancia familia de la sociedad caraqueña. "Tanto mi madre como mi abuela pertenecían por su mentalidad y sus costumbres a los restos de la vieja sociedad colonial de Caracas", escribía Teresa de la Parra en 1931, en una breve reseña autobiográfica.
Son descendientes de los Hernández-Sanojo Rodríguez Camejo, los Villamediana radicados en Valencia, de donde proviene Judith Villamediana quien fuera hace algunos años directora del Ateneo de Valencia.
Don Bartolomé Sanojo falleció el 16 de agosto de 1816.
Hato Guaytoco, propiedad de Marcos Coronado, fue antes propiedad de Juan de Ceballos. Su mayordomo era un negro esclavo de nombre Joseph. El hato devino en un topónimo que según el historiador y periodista orticeño, el licenciado José Obswaldo Pérez:
Históricamente, el caserío Guaitoco fue una antigua posesión mucho antes de 1728, que perteneció a Don Juan de Cevallos y que, posteriormente, fue heredada por su hermano don Pedro de Cevallos, en 1762. Tuvo una capilla que fue muy importante. Desde 1818, esta pequeña localidad rural del municipio San Francisco de Tiznados, aparece en cartografía nacional”. El caserío Guaitoco se encuentra localizado en jurisdicción de la parroquia San Francisco de Tiznados del municipio Ortiz...
La palabra Guaitoco es de origen aborigen y hace alusión a un árbol de construcción, de madera amarillenta, algo fibrosa, poco pesada, y de grano fino, abundante en la zona. Se le conoce también como guaitoito, guai, y Ceiba (Ceiba pentandra) en algunas otras regiones del país.
Marcos Coronado además del hato Guaitoco, también fue propietario del hato Corralito, donde en 1791 tenía 2000 reses, lo que indica su importancia social, fundamentada en el poder económico. El mayordomo del hato Corralito era un moreno libre de nombre Medardo de la Fuente.
Hato La Ceiba de don Juan Feliciano de Arana, con apenas 50 reses en 1791, su mayordomo era un negro esclavo de nombre Gregorio Brito.
Hato Canuto también de don Juan Feliciano de Arana, quien lo administraba personalmente, dos años antes había sido propiedad de Manuel de Arana que tenía 200 reses. El hato Canuto devino en un caserío localizado en la parroquia San Lorenzo de Tiznados del municipio Ortiz, conocido hoy como La Unión de Canuto. El topónimo San Lorenzo de Tiznados, le viene por don Lorenzo Antonio de Ponte y Villegas.
Hato Cucharito, conocido también como La Platilla, fue propiedad del presbítero Nicolás Colón y de don Cayetano Montenegro, en 1791 en sus predios pastaban 500 reses y su mayordomo era un negro esclavo de nombre Alejandro Colón.
La Platilla es un topónimo localizado al noroeste de la población de Parapara. Titula el cronista Oldman Botello (2007), “La Platilla: un pueblo frustrado en la serranía”; e informa: La Platilla Pereña llaman al lugar porque las primeras haciendas las fundó la familia Pérez de Ávila, entroncados después hasta configurar la parentela Pérez de Araña o Pérez de Arana. Pero la muerte del obispo viajero (Mariano Martí) frustró la posibilidad de fundar La Platilla que sería un pueblo serrano… eran numerosos los caseríos del área: Platilla de los Pérez, Platilla Abajo, San Antonio de Abajo y San Antonio de Arriba, Cucharito, Casanga, La Ceiba, Carrizalito, El Roble, Agua Hedionda, Verruga o Versuga y Bruscal”. Fue precisamente gracias al padre Nicolás Colón dueño en el sitio del hato Cucharito, que el Obispo Martí inició las diligencias poblacionales que se interrumpieron a causa de su muerte en 1792.
Según el DRAE: la palabra Platilla significa: Especie de lienzo delgado y basto.
Hato Mapurite de don Andrés Báez de Simancas, donde tenía 500 reses y estaba administrado por su pariente consanguíneo don Rafael Báez, blanco con calificativo de don. Se cuentan los Báez entre los primeros fundadores y pobladores de Calabozo y de San Juan de los Morros. Emparentados con los Arana también de Calabozo.
Conclusión
En conclusión, desde finales del siglo XVI se comprueba la presencia de dueños de tierras en el Valle de San Antonio de La Platilla, se trata de los primeros y principales terratenientes de estos lares liderizados por el capitán don Juan de Grezala y Oñate, quien era Juez privativo de los Llanos de San Sebastián de los Reyes. Las familias o clanes económicos como los Bolívar, Ponte, Tovar y Mijares de Solórzano, entre otros, representan el mejor ejemplo de los que se posesionaron y se convirtieron en los Dueños del Suelo Tiznaeño; la declaración de tierras que poseían o decían poseer, manifiesta la magnitud extensiva de dichas posesiones heredadas por “estrategias matrimoniales” que permitían la estabilidad de la estructura de propiedad, mediante unos vínculos de parentesco.
La ocupación, mantenimiento y reproducción de estas grandes propiedades se logró a lo largo de dos siglos, destacándose entre estas familias la formación de un gran grupo endogámico, a través de dichas alianzas como forma de protección del capital para no disgregar o desmembrar la riqueza lograda por sus antepasados, y para no regar la sangre. Estas alianzas matrimoniales constituían, en fin, alianzas territoriales que en consecuencia originaban la formación y constitución de latifundios familiares; por otra parte, también se aprovecharon de los altos cargos que ocuparon en el Cabildo de Caracas para así aplicar estrategias que le permitieron la apropiación y garantía de sus posesiones.
En el caso de Tiznados y su jurisdicción, la importancia continua de los hatos reside en su historia, denominados en los documentos como “sitio de hato” o “hato de ganado”, constituía una unidad productiva sustentada en el binomio ganadería-usufructo de la tierra donde se generaba una relación de peonaje entre un terrateniente, dueño de los medios fundamentales de producción y un trabajador, parcialmente separado de esos medios y con posibilidades de usufructuar la tierra a quien denominamos peón.
Finalmente, con la acumulación de la riqueza agrícola, la descendencia de los primeros dueños de la propiedad territorial en el Valle de los Tiznados se constituyo progresivamente en una aristocracia criolla, génesis y núcleo de lo que luego vino a denominarse “mantuanaje” caraqueño.

EL PAISAJE DE PARAPARA, ORTIZ Y LA MESA DE PAYA DESCRITO POR HUMBOLDT EN SU PASO HACIA CALABOZO

EL PAISAJE DE PARAPARA, ORTIZ Y LA MESA DE PAYA DESCRITO POR HUMBOLDT EN SU PASO HACIA CALABOZO
(Era el mes de marzo del año 1800)

Dr. FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR / CRONISTA OFICIAL DE VLP
felipehernandez56@yahoo.es

         Visión general de la obra Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente.
En la narración humboldtiana de Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente resalta no sólo la acuciosidad de sus mediciones científicas, tales como las de la latitud, temperatura, humedad en el aire; sus descripciones botánicas y geológicas, las cuales no sólo compara con las precedentes, las que se efectuaran en paralelo y/o posteriormente a él, estableciendo equivalencias en el caso en que hubo necesidad de hacerlo. Para ello, hace gala de un conocimiento erudito de los trabajos publicados en su tiempo, así como de aquellos que realizaron y/o llevaron a cabo sus colegas europeos en el campo de las ciencias naturales, físicas, geológicas y demográficas. De igual manera, se destaca como observador de costumbres locales, delínea perfiles de los individuos de los distintos grupos humanos que va conociendo, acompañados de comentarios y juicios; en todo caso, supuestas visiones equilibradas acerca de las características positivas y negativas de las sociedades americanas, que buscan dar al lector sensación de imparcialidad, tolerancia y mente abierta.
            La magnitud de la información tanto en el campo de las ciencias naturales como en el social, así como ser el europeo que hizo un amplio periplo por tierras americanas con la anuencia de la Corona Española, le permitió en parte establecer su autoridad sobre la naturaleza americana y sobre sus sociedades. De igual manera, su permanencia por cierto tiempo en las distintas colonias visitadas y su inefable afán por coleccionar, tomar notas en sus diarios, fueron la base para las diversas publicaciones europeas, en ocasiones, fragmentos de las mismas fueron objeto de conferencias, nos dan muestra que Humboldt unió a su gusto por el saber con su divulgación.
            Su obra Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente es un monumento a si mismo como científico y autor, eje tanto de la actividad que en ella describe como de los resultados y explicaciones a las que llega. Dada la variedad de información que el texto contiene, se deduce que Humboldt tuvo acceso a información del imperio español, no sólo la publicada, sino aquella contenida en los depósitos y archivos tanto de la Península Ibérica como de América, concretamente la de Tierra Firme; de ello da cuenta, ocasionalmente a lo largo de la obra. Otro tanto ocurre con sus informantes, tal como lo denominan los antropólogos; aquellos eran funcionarios coloniales, personajes encumbrados del entorno o gente sencilla con la cual él y Aimée Bompland toman contacto en sus correrías; pero, es en contactos ocasionales Humboldt los nombra por sus nombres, en especial, si son funcionarios coloniales o gente notable, el resto se desdibuja en la narración.
            Una lectura atenta del texto nos indica lo vital que fue contar con “informantes”. Es obvio que Humboldt demostró talento y capacidad de integrar toda esta información, y hacerla parte de su relato de manera provechosa.
            Hechas estas precisiones, en esta ponencia nos proponemos examinar el paisaje que vio Humboldt en su paso por Parapara, Ortiz y la Mesa de Paya en marzo del año 1800, mes de fuerte sequía con las calamidades propias del fuerte calor.
El paisaje de Parapara, Ortiz y la Mesa de Paya visto por Humboldt.
En el tomo tres de Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente, libro VI, capítulo XVII, Humboldt describe su desplazamiento desde los valles de Aragua hacia los Llanos, siguiendo la ruta desde Valencia, Villa de Cura, San Juan, hasta llegar al villorrio de Ortiz, situado a la entrada de las estepas“Después de haber tomado un baño en el riachuelo de San Juan, en el lecho de roca verde basáltica del agua límpida y fresca, continuamos nuestro camino a las dos de la mañana, por Ortiz y Parapara, a la Mesa de Paya”. Puede inferirse que por los efectos de las altas temperaturas no sólo se bañan en el río San Juan sino que para aprovechar el frescor viajan de madrugada.
Después de esta descripción, Humboldt se refiere a la situación de inseguridad y de pillaje que asolaba estos parajes. De ello dice: “Como en aquella época la vía de los Llanos estaba infestada de ladrones, varios viajeros se nos reunieron para formar una especie de caravana”.
Continúa el relato haciendo alusión a los topónimos, los caminos, la geología y los sitios que a su paso va encontrando: “costeamos el Cerro de Flores, cerca del cual se aparta el camino a la grande villa de San José de Tiznados. Se pasan las haciendas de Luque y del Juncalito para entrar en los valles que, a causa del mal camino y del color azul de los esquistos, llevan los nombres de Malpaso y Piedras Azules”. Vale la pena resaltar la condición de importante poblado que para 1800 ostentaba San José de Tiznados.
A Humboldt le corresponde el honor de describir por primera vez la geología de la microrregión, en ese sentido, en su relato expone:
El valle transversal que desciende de Piedras Negras y de la villa de San Juan hacia Parapara y los Llanos está lleno de rocas Trapeanas que exhiben relaciones íntimas con la formación de esquistos verdes que ellas tapan. Creemos ver ya serpentina, ya roca verde, ya doleritas y basaltos. No es menos extraordinaria la disposición de estas masas problemáticas. Entre San Juan, Malpaso y Piedras Azules, forman ellas capas paralelas entre sí… Más abajo hacia Parapara y Ortiz, donde los amigdaloides y los fonolitos se juntan al grünstein, toma todo un aspecto basáltico… Más al Sur, hacia Parapara y Ortiz desaparecen los esquistos. Se esconden bajo una formación trapeana más variada en su aspecto. Más fértil se vuelve el suelo; las masas peñascosas alternan con capas de arcilla…

Como se puede ver, describe las formaciones geológicas de gneis, esquisto verde, caliza negra, serpentina, roca verde, basalto, dolerita, amigdaloide y fonolita.
La localización geográfica de Parapara y Ortiz: Expone Humboldt, que la cuesta meridional de la cadena costanera es bastante empinada… De la extensa meseta de Villa de Cura bajamos a las orillas del río Tucutunemo, que ha excavado en la roca serpentinosa un valle longitudinal orientado de Este a Oeste… De ahí nos condujo un valle transversal a los llanos por las villas de Parapara y de Ortiz. La dirección de este valle es generalmente de Norte a Sur. Está angostado en varios puntos. Hay cuencas, cuyo fondo es del todo horizontal, que se comunican entre sí por gargantas estrechas y pendientes rápidas… El terreno de Parapara y Ortiz no está más alto que los llanos sino de 30 a 40 toesas.
La detallada descripción de la Mesa de Paya: Por los 9º1/2 de latitud, penetramos en la cuenca de los llanos. El sol estaba casi en el zenit; el suelo es donde quiera que aparecía estéril y desnudo de vegetación, tenía hasta 38º y 40º de temperatura. Ningún soplo de ciento se sentía a la altura en que nos hallábamos sobre nuestras mulas; en el seno de esta aparente calma, se elevaban sin cesar torbellinos de polvo empujados por esas pequeñas corrientes de aire que no se deslizan sino en la superficie del suelo y que se originan de las diferencias de temperatura que adquieren la arena descubierta y los parajes cubiertos de yerbas. Estos vientos de arena aumentan el calor sofocante del aire… En derredor de nosotros parecían las llanuras subir a lo alto; y esta vasta profunda soledad se exhibía a nuestros ojos como un mar cubierto de sargazo o de aguas pelágicas… estaba el horizonte, en algunas partes claro y netamente distinto, y en otras ondulante, sinuoso y así como estriado. La tierra ahí se confundía con el cielo. Al través de la seca nebulosidad y de los bancos de vapores veíanse a lo lejos troncos de palmeras. Despojados de su follaje y de sus copas verdegueantes, parecían esos troncos mástiles de navíos que se percibiesen en el horizonte.
A modo de conclusión, puede afirmarse, que la detallada y magistral descripción del paisaje de Parapara, Ortiz y La Mesa de Paya que nos relata Alejandro de Humboldt, en plena época de sequía,  nos habla de la capacidad de observación del sabio, de su formación y del interés por la geografía de los espacios de la Tierra Firme, que es una de las denominaciones utilizadas en el período colonial para referirse a las tierras venezolanas, posiblemente por su ubicación en el Caribe, como una forma de indicar que se trataba de la parte continental.

           
CONCEPTOS BÁSICOS

Esquistos: Son rocas metamórficas de grado medio, notables principalmente por la preponderancia de minerales laminares tales como la mica, la clorita, el talco, el grafito y el cuarzo. La mayoría del esquisto procede con toda probabilidad de arcillas y lodos que han sufrido una serie de procesos metamórficos.

Estepas: Es un bioma que comprende un territorio llano y extenso, de vegetación herbácea, propio de climas extremos y escasas precipitaciones… Son áreas llanas o de escaso relieve con cubierta vegetal escasa, fundamentalmente herbácea y vegetación arbórea ausente o casi, con un clima extremado caracterizado por una sequía estival importante.

Sargazos: Nombre común de diversas algas marinas de talo diferenciado en una parte que tiene aspecto de raíz y otra que se asemeja a un tallo de estructura laminar y color pardo, que se halla en mares cálidos y templados de todo el mundo, en ocasiones formando grandes colonias.

Toesa: (Del fr. toise). Antigua medida francesa de longitud, equivalente a 1,946 metros.

Trapeanas: (Geología). Cualquiera de las diversas rocas ígneas de grano fino, densas y de color oscuro, tal como basalto o dolerita.

REFERENCIAS

            FREITES, Yajaira. (2000): La visita de Humboldt (1799-1800) a las provincias de Nueva Andalucía, Caracas y Guayana en Venezuela y sus informantes. Publicado en: Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología. México, enero-abril 2000. pp. 35-52.  

HERNÁNDEZ G. Felipe. (2011): Conversatorio en el Caserío Cumbito. Publicado en el blog Tierras Llanas, el 25 de marzo de 2011.

            HUMBOLDT, Alejandro (de). (1991): Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Tomo III. Caracas: Monte Ávila Editores. 2da edición. Traducción de Lisandro Alvarado. pp. 187-206.

En Valle de la Pascua, a los quince días del mes de agosto del año 2011.

LA VUELTA DEL CACHO

LA VUELTA DEL CACHO
FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista Oficial de Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es
Con el nombre de La Vuelta del Cacho se conoce en la toponimia del municipio Leonardo Infante, una famosa curva localizada geográficamente al Sur de la ciudad de Valle de la Pascua, casi al final de la calle La Vigía, en la parte donde esta se empalma con la carretera nacional que conduce a los caseríos Corozal, Jácome, La Ramonera, Las Rositas, Las Dos Palmas, Corozalito, Apamate, Santa Juana, Carro Viejo, entre otros. La curva tomó el nombre de la Bodega “La Vuelta del Cacho”, que a mediados de los años sesenta del siglo XX estableció en sus inmediaciones, al lado derecho de la carretera, el señor Manuel Toro.
Don Manuel Toro, quien a sus 71 años, habita en la calle La Gallera (calle que conduce a la Urb. El Morichal), como a media cuadra de donde estuvo ubicado el establecimiento comercial, informa que le puso ese nombre, porque “como mi apellido es Toro, considere apropiado que el negocio se llamara La Vuelta del Cacho en alusión a la cornamenta del animal”. Recuerda que la bodega se la compró al señor Ángel España (conocido como el Mucio España), quien la tenía más adelante a la entrada del sector La Luisera, y él la mudó a ese sitio, estableciéndose en una casa que le construyó don Rafael Ochoa. Para ese entonces el sitio era un despoblado, sus clientes eran los transeúntes que desde los caseríos que quedan en la vía se detenían en el lugar a hacer sus compras. La bodega “La Vuelta del Cacho” se mantuvo activa hasta mediados de los años setenta, en el lugar ahora funciona un taller mecánico y al lado queda una gallera.
Ubicada inmediatamente después de pasar la entrada hacia la Urb. El Morichal, en las inmediaciones quedan los sitios de La Carmelina, La Gallera y la Urb. Terrazas de Corozal. Muchos han sido los conductores que han volcado sus vehículos en la citada curva, por no tomar las debidas precauciones al abordarla.

Para los años sesenta, en el sector habitaban apenas cuatro o cinco familias, entre ellas, doña Calixta Jiménez, Hermelinda Hernández y Rosa de Ochoa. Aquello era un campo. Un poco más adelante quedaba la finca Camoruco, que era propiedad de los portugueses Juan Inés y Agustín Sosa.
Como realidad geográfica, la curva de la Vuelta del Cacho forma parte de la toponimia menor de Valle de la Pascua. No era la intención ni pensó don Manuel Toro, que al ponerle tan particular nombre a su negocio, estaba legando a la posteridad un topónimo que se sumaría a la nomenclatura de la ciudad; y él, como autor pasa a la historia como protagonista local de este legado.  
Don Manuel Toro es hoy un habitante más del sector de La Vuelta del Cacho, ahí vive con bonhomía, junto a su esposa, doña Dolores Jiménez de Toro, con la satisfacción de haber criado a sus hijos Ramona, Luis, Alicia y Mariela Toro Jiménez, profesionales útiles y de provecho, para su orgullo. El comercio, así como la cría y preparación de gallos de raza son una pasión que ocupa buena parte de su tiempo. Ir a las galleras a ver las riñas de gallo, es su distracción.  
Sea propicia esta crónica para recordar la maliciosa copla llanera que el escritor Rómulo Gallegos, en 1928 plasmó en su célebre novela Doña Bárbara, dice así:
Del toro la vuelta el cacho, / del caballo la carrera; / de las mujeres bonitas / la cincha y la gurupera.

En Valle de la Pascua, a los quince días del mes de agosto del año 2011.

lunes, 15 de agosto de 2011

CONVERSATORIO EN EL CASERÍO CUMBITO

CONVERSATORIO EN EL CASERÍO CUMBITO

(Una reconstrucción desde la microhistoria de las rutas que siguieron los viajeros que vinieron a los Llanos de Calabozo y del Guárico en los siglos XVIII, XIX y principios del XX).
FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR
Atendiendo a la invitación que nos formulara el cronista de la Ciudad de Maracay, Prof. Oldman Botello, asistimos al Conversatorio que el sábado 18 de septiembre del corriente año, el diligente cronista de Ortiz, Prof. Fernando Rodríguez Mirabal, organizó en el Caserío “Cumbito” de ese municipio, específicamente en la Finca “La Ceiba” de los Hermanos Vilera Díaz. La reunión tuvo como objetivo, reflexionar sobre Los viajeros y las rutas y caminos que comunicaban con Calabozo y otras partes de los Llanos del Guárico desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
A la cita acudimos, los historiadores e investigadores Adolfo Rodríguez, Oldman Botello, Edgardo Malaspina, Jeroh Juan Montilla, Eduardo López Sandoval, Rubén Páez, José Obswaldo Pérez, Felipe Hernández, y el cronista anfitrión, don Fernando Rodríguez.
Como escenario un bien plantado caney sabanero que en una loma, junto a la casa, el paradero y los corrales del hato “La Ceiba”, en una cálida mañana de mediados de septiembre que pronosticaba lluvia, y con la brisa cargada con los aires del tiempo, que desde la Mesa de Paya peinaba el monte en su discurrir hacia las Galeras imponentes de Guarumen, al Norte. Ambiente que hablaba de las tantas rutas, del caño Antón Pérez y del hato “El Caimán” o La Guadalupe ¡donde nació el Llanero!, lugar por donde pasó el Barón de Humboldt, Simón Bolívar y Friedrich Gestäcker.
Iniciamos la jornada reconstructiva que nos convocaba.
A sabiendas que la microhistoria es muy útil para la reflexión metodológica, porque desde el estudio concreto de los sucesos individuales y su relación con el contexto, permite entender la verdadera dimensión del desarrollo de los acontecimientos históricos en su conjunto; nos marcó el rumbo para generar el intercambio de ideas sobre las rutas, los caminos, el paisaje, la fauna, las impresiones, referencias y sitios que en distintas épocas y meses transitaron religiosos, naturalistas, geólogos, espeleólogos, fisiólogos, médicos. Viajeros todos, que dejaron a la posteridad su particular visión de las bellezas, los rigores y vicisitudes que les tocó vivir en su paso peregrino por estas inmensidades.
En ese sentido, se habló del obispo Mariano Martí en Ortiz, cuando llegó a ese pueblo el 5 de mayo de 1780, después de pasar por Paya y Parapara.
Del sabio, naturalista y viajero alemán, Alejandro de Humboldt, y su universal obra Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Del paisaje del llano y los llaneros que vio en la ruta de Villa de Cura a Calabozo en viaje hacia San Fernando de Apure, por el mes de marzo del año 1800. Y la admiración que le causaron los experimentos de física que realizaba en Calabozo don Carlos del Pozo.
La presencia del Libertador Simón Bolívar en el hato El Caimán en 1818, donde probablemente pernoctó algunas veces y otras estuvo de paso.
Las experiencias que narra en su obra: Escenas Rústicas en Suramérica o la vida en los Llanos de Venezuela, don Ramón Páez Ricaurte, de paso hacia el hato San Pablo Paeño, en diciembre de 1846: “…era la Mesa de Paya,… después de… errar sin brújula… una inmensa extensión de sabanas bajas… el más bello panorama que hubiera contemplado en mi vida…”
El camino recorrido por el maracayero Francisco Michelena y Rojas, en 1857, en su viaje de exploración de los ríos Amazonas y el Alto Orinoco. Sus precisiones sobre los pueblos de Parapara, Ortiz, La Horca, Tiznados, y los sitios de Morrocoyes, San Pablo y Morichal. “Desde la Mesa de Paya fue que empecé a gozar más de los llanos de Calabozo… con morichales en todas direcciones y lagunas cubiertas de aves de todas clases”.
El itinerario desde San Sebastián de los Reyes a Calabozo por Mesa de Paya en 1873, expuesto en los Apuntes Estadísticos del Estado Guárico: Ortiz, Veladero, Palacio, Mesa de Paya, Caimán, Caño Corozal, Mapurite, quebrada La Laja, Morichal, Calabozo. El viaje a Calabozo, del fisiólogo alemán Carlos Sachs, en el año 1876, cuando fue enviado a Venezuela por la Real Academia de Ciencias de ese país, a realizar investigaciones científicas e investigar el “Gymnotus” o pez temblador.
La expedición médico científica con fines sanitarios y de recolección de datos inherentes a la flora y la fauna del Guárico, del Dr. Juan Iturbe, en abril de 1927, conocida como la Misión Iturbe. Viaje en que le acompañó el médico personal de Juan Vicente Gómez, Francisco “Pepe” Izquierdo, el botánico Henri Pittier y el médico vallepascuense Miguel Lorenzo Ron Pedrique. “Muy avanzado el mediodía abandonamos a Ortiz para de allí a poco, en “Los Dos Caminos”, equivocar el nuestro, tomando por la abandonada vía que conduce a Calabozo, vía del Rastro y perdiendo las ventajas de la magnifica carretera de los Llanos,…”. La descripción de los pueblos y sitios de Ortiz, Veladero, Dos Caminos, Morrocoyes, Matapalo, Platanito, El Caimán, La Yegüera, Mapurite, Las Lajas, El Rastro y Calabozo.
Las carreteras y obras del Gomecismo, las llamadas imaginarias. Entre las que se cuenta, la que va desde Villa de Cura, El Rastro y Calabozo en 1913.
Hipótesis bien fundamentadas, como la formulada por el Dr. Eduardo López Sandoval, sobre ¿Dónde nació el Llanero como etnia? y sus lógicos razonamientos sobre el Hato El Caimán o La Guadalupe.
¡Como han cambiado las rutas y los caminos! El paisaje que obnubiló a los viajeros, su historia: sitios viejos que dejaron de ser, y de los que aún son. La historia de los caminos: Un trabajo que está por hacerse a decir del Dr. Adolfo Rodríguez. La necesidad de ir a los sitios que vieron y describieron estos viajeros, para entender sus pareceres. Los lugares y sitios que ya no existen pero que dejaron huella. Por ejemplo, ¿Dónde quedaba el sitio llamado La Horca? Es un lugar que hay que desentrañar para reconstruir su devenir.
Un Conversatorio con muchas interrogantes, datos del pasado que aparentemente pueden parecer intrascendentes, pero que han dejado huella en nuestro devenir, nuevos aprendizajes, lugares y sitios que expresan los desarrollos histórico-sociales de cada momento. Una realidad profunda de la historia del Guárico, que nos habla de lo importante que es la microhistoria y de lo mucho que falta por hacer.

En Valle de la Pascua, a los veintiún días del mes de septiembre de 2010.

lunes, 8 de agosto de 2011

INAUGURADA LA GALERÍA BICENTENARIA EN LA ALCALDÍA DEL MUNICIPIO LEONARDO INFANTE

INAUGURADA LA GALERÍA BICENTENARIA EN LA ALCALDÍA DEL MUNICIPIO LEONARDO INFANTE


FELIPE HERNÁNDEZ G.
Cronista Municipal

En el marco del Año Bicentenario de la Independencia de Venezuela y motivado a que el pasado 5 de Julio se conmemoraron 200 años de la Firma del Acta de la Independencia de nuestro país, el 3 de agosto de 2011, el ciudadano alcalde del Municipio Leonardo Infante del estado Guárico, José Rafael Ortega, inauguró a la entrada de la Alcaldía del Municipio, en la calle Guasco c/c Retumbo de la ciudad de Valle de la Pascua, la Galería Bicentenaria. Para ello se dispuso la pared derecha del edificio, donde se develaron dos litografías con las imágenes del Libertador Simón Bolívar y del epónimo del municipio, coronel Leonardo Infante Álvarez, respectivamente. En la parte superior de las imágenes una placa rectangular, donde se lee: José Rafael Ortega, en el marco del Bicentenario de nuestra Independencia. En la parte inferior una placa cuadrada donde en grandes letras cursivas se lee: 200 Bicentenario. A ambos lados del espacio que ocupan las cuatro placas, en los pilares de la construcción, cuidadosamente se adosaron dos banderas nacionales que le dan vistosidad y elegancia a la pequeña galería.
Siendo la 1:30 PM se inicio la ceremonia inaugural. El acto estuvo presidido por el alcalde José Rafael Ortega, acompañado del alcalde del municipio Piar del estado Monagas, Miguel Ramón Fuentes Gil, invitado especial, por ser la ciudad de Aragua de Maturín la cuna del héroe Leonardo Infante. A la ceremonia asistieron el personal de la Alcaldía y del Concejo Municipal Infantino, así como los invitados convocados para la ocasión.
Constituye la Galería Bicentenaria 200, un espacio que embellece la sede del ejecutivo local, que puede ser admirada por los habitantes de Valle de la Pascua que transitan por el lugar, ubicado a una cuadra, al Este de la Plaza Bolívar, en la llamada Esquina de Barandas.
           
En la ciudad de Valle de la Pascua, a los cuatro días del mes de agosto del año 2011.

Galería 200 Bicentenaria

CRÓNICA DEL PRIMER CHOQUE EN CARACAS. ¡UNA JOYA!


jueves, 4 de agosto de 2011

APORTES SOBRE LA POESÍA Y LA COPLA

APORTES SOBRE LA POESÍA Y LA COPLA
(La poética del vallepascuense Miguel González Contreras)

FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR / Cronista Oficial de Valle de La Pascua
Fuente: Llanero Digital (2 de mayo 2011)

La poesía es un texto escrito en una forma particular donde las oraciones se dividen en varios renglones llamados versos. El poeta guariqueño Alberto Hernández (2008), en sus reflexiones dice que “Un poeta es pura eternidad. Nada vale más que su silencio, que su sombra hecha fantasma, derrotada por la luz reciente del día… La poética viene a ser su reafirmación”. Con esa premisa como referencia, en su “poética”, es decir, en sus poemas, algunos autores han puesto en claro su visión sobre la poesía, o al menos ha hecho aportes referenciales generales sobre el tema. Algunas definiciones dadas por poetas, son las siguientes:
Para el poeta Nicanor Parra, “Poesía es todo lo que se mueve. El resto es prosa”; y para Martín Heidegger, “La poesía es la fundación del ser por la palabra. Poéticamente hace el hombre su habitación en la tierra”. Según el poeta André Bretón: “La poesía es una pipa”. Las volutas de humo que envuelven el ambiente son misterios que encienden la creatividad. El escritor cubano, Alejandro Carpentier en su novela cumbre, Los pasos perdidos, apunta:
"Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”.

             Son diversas las ideas y variadas las posibles  respuestas a la pregunta ¿Qué es poesía? De ahí, que Friedrich Hölderlin, es sólo un fragmento... escribiera:

“Nos corresponde a nosotros, poetas, estar en pie ante las tormentas de Dios. Con la cabeza desnuda, para apresar con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre, a él mismo y hacer llegar al pueblo envuelto en cantos el don celeste”.

Don Miguel Ramón Utrera, ilustre poeta orgullo de San Sebastián de los Reyes, legó a la posteridad el poema titulado: La sombra temeraria, que dice:

Esta sombra nos sigue, de puntillas;
se oculta en todas nuestras horas claras;
y así mismo se infiltra en nuestras voces
con leves ademanes de fantasmas.
La entrevemos, siguiendo nuestros pasos,
y trepando por todas las palabras;
inasible, fugaz, sin rumbo fijo,
pero presente siempre y siempre extraña.
Guardemos ya nuestras mejores voces.
Deshilando las hebras de este sueño,
esperemos la luz de la mañana.
Cuando el día retorne con sus sones,
en el diálogo puro –lumbre y sueño-
se rasgará la sombra temeraria.

Es la sombra del poeta, la poesía que lo hace inmortal, es la eternidad de quien rasga “las hebras de este sueño” a través de méritos de negación y humildad, porque más allá de cada impostura está la fuerza del silencio, que es la lejanía de la vida del mundanal ruido para abstraerse en la creación poética. He allí la muerte, la sombra que regresa.
El poeta chileno, Vicente Huidobro, ante esta disyuntiva dejó su aporte escrito, expuesto en el poema titulado: Arte Poética, donde expresa:
Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
más no por eso tenemos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
 sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.

Asimismo, el poeta Jorge Torres, en un poema titulado La Poesía manifiesta, que:
Si digo:
La poesía es una torre de babel,
me acusarán de poco original.
Si digo:
La poesía es la ordenación del caos en la palabra,
me acusarán de cursi.
Si digo:
La poesía es una casa de putas y los poetas sus campanilleros,
me acusarán de obsceno y procaz.
Por eso cierro el pico.
So pena, me acusen de complicidad.
Más sin embargo, el español Gustavo Adolfo Bécquer, como fiel representante del movimiento Romántico del siglo XIX, se formula la pregunta sobre ¿Que es poesía? y al responderse dice:
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul:
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Las formas poéticas de la poesía, son: los sonetos, los romances y las coplas. La Copla  es una expresión poética muy usada en el llano venezolano, la cual se originó en España, a través de la cual se plasman en sus versos, costumbres, prácticas y sentires populares.  Así mismo su uso está muy difundido en otros países de América latina. Sobre la copla escribió el poeta español Manuel Machado, lo siguiente:
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

Como se puede apreciar, el lenguaje de las coplas es coloquial y directo, aunque se recurre a menudo al doble sentido para conseguir efectos cómicos, lascivos o reflexivos.
El llanero es por excelencia un coplero nato; por lo cual es infinita la producción de este género en nuestro medio. En consonancia con lo dicho, tómense como ejemplos, dos poemas del educador y poeta vallepascuense, Miguel González Contreras, recogidos en su poemario Casimba, el primero titulado El Camino de la Copla, dice así:

La copla no es solo llano,
desciende de las montañas,
es de toda Venezuela
y el mar que su costa baña,
es entusiasmo llanero
al realizar una hazaña,
frío andino de las cumbres
medanales de la playa,
la copla es el Orinoco
y el indio con su atarraya.
La copla es Andrés Eloy
hablando a Venancio Laya,
Ernesto Luis y su verso
que dulce sabor entraña,
el canto de Figueredo,
Loyola que no se calla,
la mina de Barlovento,
el negro y su faramalla
y el cadencioso tambor
que por San Juan no desmaya.
La copla vaga en el cuatro,
entre sus cuerdas se halla,
en el arpa es un poema
y en las maracas estalla,
romance del cantador
con la emoción de la caña,
la muchacha buenamoza
de la mirada que engaña
escobillando un joropo
de Goajira a Punta Playa.

En la Elegía a Rafael Vidal, escrita aquí en Tucupido, el 7 de julio de 1965, dice:

Hoy murió Rafael Vidal,
Tucupido está silencia.
Tañen las cuerdas del arpa
las miles manos del pueblo,
arrancando notas tristes,
arpegios de llanto eterno,
porque se fue la alegría
por los caminos del cielo.
Hoy murió Rafael Vidal,
la brisa lo anda diciendo.
El arpa colgada… muda,
su canto en el firmamento.
No habrá bailecito de arpa
donde no venga el recuerdo,
de Tamanaco al Unare
hay un profundo lamento.
Hoy murió Rafael Vidal,
lo llevan al cementerio.
No quiero decirle adiós,
pues si no vive, no ha muerto.
Oigo su arpa vibrar,
oigo su voz en el viento,
los hombres como él no mueren,
los llevamos en el pecho.

En la ciudad de Valle de la Pascua, 29 de abril del año 2011.

MERECIDO RECONOCIMIENTO AL SECRETARIO DE LA CAMARA DEL CONCEJO MUNICIPAL DE INFANTE

MERECIDO RECONOCIMIENTO AL SECRETARIO DE LA CAMARA DEL CONCEJO MUNICIPAL DE INFANTE

FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua

En ocasión de conmemorarse el Día de la Bandera, el día miércoles 3 de agosto de 2011, en la Sesión Solemne realizada en la Plaza Bolívar de Valle de la Pascua, el alcalde del municipio Leonardo Infante, José Rafael Ortega, hizo reconocimientos a un grupo de servidores públicos, civiles y militares, que prestan servicios en distintas instancias del municipio y del estado Guárico. Entre ellos, le fue impuesto el Botón de la Ciudad, al secretario de la Ilustre Concejo Municipal de Infante, ciudadano JUAN DE JESÚS PÁRRAGA MARTÍNEZ. Merecido reconocimiento a tan ilustre y eficiente funcionario público, que con mística y voluntad de servicio, aunado a sus importantes conocimientos académicos, le imprimen dinamismo eficiencia y eficacia a las ejecutorias propias del cargo que desempeña, en aras del bienestar y del bien común que es el norte de esta Institución Municipal.

Valle de la Pascua, 4 de agosto de 2011.

LA CALLE 21 DE ENERO DE VALLE DE LA PASCUA. SU HISTORIA

LA CALLE 21 DE ENERO DE VALLE DE LA PASCUA. SU HISTORIA

(Llamada en distintos tiempos: Calle Chispero / El Lumbrero / El Diablo).

FELIPE HERNÁNDEZ G.
UNESR/Cronista de Valle de la Pascua

Las calles también llamadas rúas, son espacios urbanos lineales que permiten la circulación de personas y vehículos, y dan acceso a las viviendas, edificios, instituciones, comercios y solares que se encuentran a ambos lados. El espacio de la calle es de longitud indefinida, sólo interrumpida por el cruce con otras calles o, en casos singulares, por el final de la calle, en una plaza, en un parque urbano, en otra calle, o por el final de la ciudad en el límite con el campo.
En el caso de la calle 21 de Enero de Valle de la Pascua, como espacio para el desplazamiento vehicular y peatonal, comienza al Sur-Este de la ciudad, frente de la cerca perimetral del Liceo “José Gil Fortoul” en la avenida Libertador y desde ahí se extiende hasta la calle Los Cardones o calle El Mercado al Sur-Oeste, donde finaliza, frente a la vivienda del conocido músico vallepascuense Ramón Loreto. Son ocho cuadras llaneras de longitud irregular, expresión del crecimiento demográfico espontáneo y con escasa planificación de la ciudad, producto del contingente de población de migración rural-urbana que se inició en nuestro país a partir de la segunda década del siglo XX y se acentuó después de 1936 hasta la actualidad. Al inicio de su recorrido, bordea la pared Norte de la Escuela Básica “Carlos José Bello”, siendo atravesada desde la avenida Libertador Este, donde nace, por la calles Deleite, Camaleones, Retumbo, Atarraya, La Vigía, Buenos Aires y La Aurora, hasta llegar a calle Los Cardones, donde finaliza.

Hipotéticamente se infiere, que su gestación como calle debió comenzar a partir del año 1938 y subsiguientes, cuando en las inmediaciones se inició la construcción de la sede del Grupo Escolar “Carlos J. Bello”. Razón que explica porque hasta el año 1959 aproximadamente, la calle 21 de Enero era llamada calle Chispero, en alusión a las chispas de fuego de soldadura que se desprendían al soldar los tubos y cabillas de hierro utilizadas para armar la estructura del edificio, al momento de realizar los herreros su trabajo. Un espectáculo novedoso e inusual para una población fundamentalmente de origen campesino que transitaba o ya estaba establecida en el sector, acostumbrada a vivir en viviendas de bahareque, cuyas bases eran de madera, razón por la cual, seguramente muchos de ellos desconocían el uso del hierro como material de construcción. Además de calle El Chispero, informalmente los vecinos también le llamaban calle El Lumbrero.

No hay ninguna duda que inicialmente la calle se llamó el Chispero, puesto que en los permisos de construcción que para la época otorgaba el MSAS, así aparece registrada en documentos consultados. A modo de ejemplo, en diciembre de 1957, ese organismo le otorgó un permiso al señor José Antonio Gómez, para que construyera una casa en la citada calle, entre Sur 2 (calle Deleite) y Sur 3 (calle Camaleones), el mismo dice así: 

MINISTERIO DE SANIDAD Y ASISTENCIA SOCIAL
DIVISIÓN DE INGENIERÍA SANITARIA
SERVICIO DE INGENIERÍA SANITARIA DE VALLE DE LA PASCUA.-

PERMISO SANITARIO PARA: CONSTRUCCIÓN.270.
Propietario: JOSÉ A. GÓMEZ. Su dirección: CAMPO CARITO SECO. Dirección de la obra: CALLE CHISPERO Nº s/n. Ingeniero: PRÓSPERO GÓMEZ (Maestro de Obras).
Valle de la Pascua, 28 de diciembre de 1957.
VºBº
Dr. Manuel Montañez.-
Médico Jefe de la Unidad Sanitaria.           José A. Coronil (Inspector).

La confirmación que la calle Chispero pasó a llamarse después de 1958, calle 21 de Enero, se aprecia en el Contrato que el señor José A. Gómez posteriormente suscribió con el Instituto Nacional de Obras Sanitarias –INOS- en el año 1961, donde se lee:
Contrato Nº 560.-
Cuenta Nº 1777-N.
            Yo, José Antonio Gómez, mayor de edad, venezolano y de este domicilio, por medio del presente documento, declaro: Que debo y pagaré al Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), Instituto Autónomo creado por Decreto Ejecutivo Nº 71, de 15 de abril de 1943, la cantidad de CIENTO OCHENTA Y CINCO bolívares, por valor de la instalación del servicio del Acueducto Local, que comprende: Desde la toma en la red de distribución al contador de agua, ejecutadas en una casa de mi propiedad, ubicada en la calle 21 de Enero, salida al Socorro a media cuadra del Grupo Nuevo, y distinguida con el número de esta población…
            Se hacen dos ejemplares de un mismo tenor y a un solo efecto en Valle de la Pascua, a los doce días del mes de Junio de mil novecientos sesenta y uno.
Aprobado

          Pedro Méndez                                             José Antonio Gómez

            Como se puede ver, el permiso que en 1957 otorgó el MSAS para construir  la vivienda, ubica el solar en la calle Chispero, y el contrato que en 1961 suscribe el propietario con el INOS para la aducción de agua, la ubica en la calle  21 de Enero. La referida vivienda construida por José Antonio Gómez, en la actualidad es propiedad del señor Aarón Seijas González y en ella habita la profesora Haydee Seijas de Ledezma. 

Un dato expuesto en el documento, digno de señalarse, es el siguiente: la vivienda está “ubicada en la calle 21 de Enero, salida al Socorro a media cuadra del Grupo Nuevo”, de lo cual puede inferirse que ese era el límite Sur de la ciudad, es decir, que para la fecha, hasta ahí llegaba la ciudad. y, el Grupo Nuevo a que hace mención, es la Escuela “Carlos José Bello”. 

El nombre de calle 21 de Enero se lo asignó oficialmente el Concejo Municipal del Distrito Infante después del 23 de Enero de 1958, cuando cayó la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Con este nombre se reivindica a la huelga general que convocó la Junta Patriótica contra la dictadura, para exigir el retorno a la democracia, la cual comenzó con la huelga de la prensa, la cual pasó luego a ser una huelga general, desde el 21 de enero de 1958. Al respecto, la investigadora María Bravo (2000), expone: 

Todos exigían un retorno a la democracia; comenzó una huelga de prensa y después una huelga general desde el 21 de enero de 1958, convocada por la Junta Patriótica (AD, COPEI, PCV, URD). Los jefes militares se reunieron en la Academia Militar para analizar la situación y concluyeron que era necesario formar una Junta Militar de Gobierno que pidiera la renuncia a Pérez Jiménez; así, el 23 de Enero de 1958, claudicó el dictador y salió al exterior como presidente depuesto En su reemplazo fue constituida una Junta de Gobierno encabezada por el contralmirante Wolfang Larrazábal e integrada por militares que poco después, ante la protesta del pueblo, fue cambiada por civiles.

En el devenir de la calle 21 de Enero se pueden distinguir desde su gestación, dos momentos:
1.- El establecimiento poblacional en el sector se inició a finales de los años 30 y principio de los 40, por la parte Este, y así se mantuvo hasta finales de los años cincuenta. Esa primera parte corresponde a la llamada calle Chispero, que se extendía desde la actual cerca perimetral del Liceo José Gil Fortoul hasta la calle La Vigía aproximadamente.
2.- La calle El Diablo, comprende el sector que se inicia desde la calle La Vigía (El Caño de La Vigía) o el sector La Mariposa como se le llamaba en aquel entonces, hacia el Oeste hasta la calle Los Cardones, el asentamiento poblacional en firme del sector, se inició aproximadamente a mediados de los años cincuenta, ocupando los terrenos donde el señor Manuel Antonio Montenegro tuvo unos potreros. Desde finales del siglo XIX, en dichos potreros se empotreraban los burros que se utilizaban para conformar los arreos donde se transportaba queso y otros productos desde Valle de la Pascua y otros pueblos y caseríos vecinos hasta Villa de Cura, de donde regresaban después de jornadas de ida y vuelta que duraban hasta quince días, cargados de víveres y otras mercancías con que se surtían las bodegas y otros pequeños expendios comerciales de la localidad. 

El sector de la futura calle 21 de Enero que se prolongó desde la calle La Vigía hacia el Oeste, se le comenzó a llamar calle El Diablo desde el principio, por los permanentes conflictos, peleas callejeras y riñas que se presentaban entre los vecinos. Doña Dora Hernández, vecina del sector, de 80 años de edad, dice que se llamaba calle El Diablo, porque “…peleaban mucho y no había paz en esa calle… era muy “respetada” por lo peligrosa… entre los más conflictivos estaban los Plazola, los Campos y una señora de nombre Estéfana Herrera…”. En el sector se establecieron expendios de bebidas alcohólicas (bares) que contribuyeron a acrecentar la fama de zona conflictiva de la citada calle. En el recuerdo de sus habitantes pervive el nombre del Bar San Antonio que fue de Antonio Díaz (calle 21 de Enero c/c La Vigía), el Bar de La Gorda (calle 21 de Enero c/c Buenos Aires) el cual existió hasta el año 2000 aproximadamente y el Bar La Juventud de Luis Abreu, (calle 21 de Enero c/c Atarraya) que todavía existe. Al frente de este bar, por más de treinta años, el Sr. Elio Velásquez mantuvo mayor de víveres, licores y compra de queso llanero. Estos dos últimos establecimientos comerciales, le dieron el nombre a la esquina, la cual, hasta la actualidad es llamada indistintamente, esquina de Elio Velásquez o esquina de La Juventud.

A mediados de los años cuarenta entre las calles Buenos Aires y Aurora mantuvo una bodega el señor Gaspar Zerpa. 

Economía y Sociedad: En la calle 21 de Enero viven ciudadanos de clase media, entre quienes se cuentan, trabajadores del campo y la ciudad, amas de casa, obreros, trabajadores independientes (albañiles, herreros y carpinteros), profesionales, especialmente maestros, secretarias y empleados que laboran algunas instituciones públicas y comercios de Valle de la Pascua. 

Para el año 2011, algunos de los comercios establecidos en la calle 21 de Enero, son los siguientes:
- Entre Av. Libertador y calle Deleite: Asociación Cooperativa “Sazón y Sabor”, Venta de Repuestos (hasta finales de los años 90 en el local estuvo ubicada la Librería “La Popular”, propiedad de doña Rosa Rodríguez de Carrasquel); Panadería La Lusitana (antigua Panadería La Orquídea).
- Entre las calles Deleite y Camaleones: Taller “The Tiger”; Gestoría “Gestomar” de Zoila Marina Seijas de Lasaballet, Centro de Comunicaciones C y M. Com; e Inversiones “Dadecar”.
- Entre las calles Camaleones y Retumbo: Tapicería David, y Venta de Pacas (Bermuda y Sorgo).
- Entre las calles Retumbo y Atarraya: No hay establecimientos comerciales.
- Entre las calles Atarraya y La Vigía: Bar La Juventud de Luis Abreu, Expendio de Bebidas (Antiguo local del Mayor de Elio Velásquez), Agencia de Lotería, Venta de Queso, Taller de Reparación de Motos de Julio Montenegro.
- Entre las calles La Vigía y Buenos Aires: Bodega Brisas del Sur de Regino Hernández, Farmacia Betania, Bar San Antonio I de Raquel Díaz, Taller de Tornería y Soldadura “Tornotren”, y la Bodega de Pedro Escobar (Ucho Escobar).
- Entre las calles Buenos Aires y La Aurora: Carpintería “Magallanes”, Venta de aceites y lubricantes.
- Entre las calles La Aurora y Los Cardones: Recarga de Baterías, y un autolavado de automóviles.

Entre las calles Buenos Aires y Aurora, está el local de la iglesia evangélica “Ríos de Agua Viva”.
Las primeras familias que se establecieron en la calle El Diablo, provenían de los caseríos La Unión, La Dormida, Los Algodones, Las Dos Palmas, la Ceiba, Las Rositas, Corozalito, La Hogaza, El Caribe, Jácome, La Ramonera, Roncador, entre otros.
Algunos apellidos de familias emblemáticas de la calle 21 de Enero, son: Carrasquel Rodríguez, Albert Álvarez, Padilla Perdomo, Seijas González, Lasaballet Seijas, Bastardo Suárez, Ramírez, Higuera Hernández, García, Ledezma, Díaz, Figueroa Rengifo, Hernández, Pérez Sánchez, González Pérez, Montenegro, Escobar Álvarez,  Requena Ledezma, Osorio, Álvarez Álvarez, Arias, Rojas, Magallanes, entre otras.  
Es la calle 21 de Enero, una expresión de la modernidad, donde, según el urbanista Gustavo Giovannoni, las calles que en otros tiempos se usaban casi exclusivamente para delimitar el espacio construido y dar acceso a los edificios, se han convertido, en la ciudad moderna, en contenedores de la circulación de vehículos y personas, porque «...las calles son los verdaderos órganos del movimiento de las ciudades».
REFERENCIAS

- BRAVO, María y otros. (2000): Vías hacia la Modernización 1935-1958. Caracas: Fundación Polar-El Nacional. Fascículo 21. pp. 241-249.
- MSAS. División de Ingeniería Sanitaria. 1957. Valle de la Pascua.
- INOS. 1961. Valle de la Pascua.

TESTIMONIOS

- Aarón Seijas González. (Propietario de una vivienda en la calle  21 de Enero).
- Doña Dora Hernández. (Habitante del Sector).
- José Rafael Rojas. Habitante del Sector y funcionario del Concejo Municipal de Infante (VLP).
- Liseth Mary Hernández Castillo. Estudiante del Liceo “José Gil Fortoul”, pasante en el Concejo Municipal de Infante. (VLP).
- Marisol González Arzola. Vivió hasta la década de los 80 en la esquina de la calle 21 de Enero c/c La Vigía.

            En la ciudad de Valle de la Pascua, a los dos días del mes de agosto del año 2011.